Yo, trébol

Cuando un trébol está solo y alza su mirada hacia la luna,
le susurra al dulce viento palabras que nadie puede oír

quarta-feira, 5 de julho de 2006

Encrucijadas

Detenido frente a un cruce de caminos, llevando toda mi vida a cuestas en mis espaldas, me siento sobre una piedra, a descansar un momento. Me seco el sudor con la mano, y respiro hondo, expectante hacia lo que aguarda delante. Aunque tuviera un mapa, no importaría. Aunque tuviera señales indicando el destino al que lleva cada sendero, no importaría. Aunque supiera hacia dónde conduce cada camino, no importaría. Me sentaría sobre la misma piedra, dubitativo, intentando aclarar las ideas antes de seguir caminando, como tantas otras veces anteriores. El cruce es nuevo. Nunca había estado antes, pero ya he pasado por muchos otros. Todos son distintos y, al mismo tiempo, son el mismo. Le saludo con la mano, como quien se reencuentra con un viejo amigo al que no esperaba volver a ver. Al menos, no tan pronto. Sé que no es mi amigo, pero él no tiene la culpa, soy yo quien camina por él, y siempre me ha tratado con cierta amabilidad.

Cruce. Hay que elegir para poder continuar. Miro hacia la derecha. Es un camino bonito, tiene frondosa vegetación, y se oye a los pájaros cantar. Un pequeño riachuelo acompaña los trinos, y se dirige en la misma dirección que el caminante, como un acompañante más en el sendero. Es una grata compañía. A lo lejos, se pierde serpenteante colina abajo, difuminándose por el atardecer de los tiempos con la bruma del recuerdo y del olvido. Ahora miro hacia la izquierda. El camino es más ancho y parece más cómodo de transitar. Sube lentamente por una ladera, surcando suavemente sus bordes, rodeado de pequeños helechos que ofrecen su rocío a la tierra. Las nubes acompañan este sendero, hasta que se pierde de la vista, allá por la cima, hacia la insondabilidad de la eternidad y del amanecer de los tiempos. También es un camino hermoso. A mi mente acude el ya lejano recuerdo de mi primer encuentro con un cruce. Aquella vez, no supe elegir entre iguales.

Caminos. Un camino conduce a un lugar. Une un lugar de inicio con un lugar de destino. En este momento, tengo claro el lugar de inicio. Más o menos, también tengo claro el lugar de destino. Lo que parece que jamás tendré claro, es cómo llegar del primero al segundo. Muchos caminos similares se han presentado antes frente a mí. He ido por gran variedad de ellos. Al final, nunca han sido tan distintos. Bien como los helechos ceden su rocío a la tierra, bien como el río salpica su orilla, así he llorado yo. Bien como la bruma oculta el horizonte, bien como las nubes cubren el firmamento, así se ha disipado mi esperanza. Bien como la colina se convirtió en sima, bien como la ladera se transformó en risco, así se ha partido mi alma. Y, al final, todos los caminos tienden a confluir en uno solo. Pero siempre existirá el miedo a encontrar aquél que se aleje de los demás para siempre, y que sea imposible retomar otro de los caminos, si somos conscientes de que la elección nos fue alejando de nuestro destino. Porque hay que recordar que deshacer el camino andado, además de estar prohibido, no es posible.

Aprendiendo. Ahora, sentado en esta roca, medito. Medito sobre todos los cruces que he pasado, sobre todos los caminos por los que he andado hasta llegar aquí. Todo aquello que he vivido mientras caminaba. Hay lugares por los que desearía no haber caminado, pero seguramente si no hubiera ido por ellos, no habría alcanzado aquellos por los que me encantaría volver a caminar. Meditando comprendo que no es tan fácil decir si un camino fue una elección acertada o no.

Iluminación. Sigo meditando y, ahora, de repente, lo comprendo. Me he limitado a elegir entre los caminos que se me presentaban, pero nunca he pensado en tomar mi propio camino. Ningún camino fue como me hubiera gustado, aunque tuviera cosas de las que no pueda prescindir hoy día. Caminar por los caminos establecidos siempre es más sencillo. No hace falta determinación, basta con dejarse llevar. Primero se avanza un pie, luego el otro. Todo es más fácil, menos laborioso. Pero... ¿es un verdadero camino? ¿Puedo decir que es mi camino, o es sencillamente un camino que he tomado? Sigo meditando, intento decidirme: ahora lo tengo claro.

Decisión. Dejo la piedra, y me acerco a la encrucijada de caminos. Este cruce es muy importante en mi vida, soy consciente de ello. Estoy preparado para comenzar un camino inexistente. Tras meditar, lo veo todo más claro. No importa si tomo el de la derecha o el de la izquierda, ninguno sería mi verdadero camino. Miro mis recuerdos, miro lo que me han dado los caminos que no eran el mío: la duda se desvanece por completo. Sonriente, saco una moneda y la lanzo al aire. Ha salido cara. Avanzo por el camino que ha determinado la moneda, mientras la vuelvo a dejar en el bolsillo. Al fin y al cabo, estos caminos son los que me llevaron hasta ti.


1 Comments:

At 12:29 da manhã, julho 06, 2006, Blogger Miauz said...

Es agradable que la vida te dé la impresión de libertad, que parezca que eres tú el que eliges. Los caminos son todos accidentados, pero la mayoría de los obstáculos nos los ponemos nosotros. Hay que avanzar decidido y sin perder de vista el camino recorrido... pero nunca de espaldas.
Suele ser útil llevar amigos cerca, caminando sus propias sendas, pero lo suficientemente próximos como para ver sus señales de apoyo desde donde estás.
Caminar acompañado siempre es más agradable, aunque en algún momento tengais que separaros.

 

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