Yo, trébol

Cuando un trébol está solo y alza su mirada hacia la luna,
le susurra al dulce viento palabras que nadie puede oír

sábado, 8 de julho de 2006

Aprendiendo a escribir

Escribir. ¡Qué bonito es poder expresar con palabras una idea! Mi estimado Óscar Wilde dijo:
«No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.»
Así dicho, no parece gran cosa. Pero no es tan sencillo. Las cosas importantes siempre tienen un «pero», es curioso. Es como si las cosas importantes no puedieran ser fáciles. Supongo que, si fueran sencillas de hacer, todo el mundo haría cosas importantes, y dejarían de serlo. El principal problema es el «decirlo»: decir algo de forma que la otra persona lo entienda. He ahí mi problema.

Expresar. Hay ideas que son complejas, profundas, extraídas de las entrañas del alma, y necesitan compartirse con alguien. ¿Se necesita que las palabras empleadas para ello sean también complejas y enrevesadas? ¿Sería mejor expresar ideas complejas con sencillas palabras? Quien no es capaz de expresar cualquier cosa con sencillez, no sabe escribir. Así de claro, así de simple: no sé escribir.

Borrosidad. ¿Por qué necesito decir «me detengo frente a una encrucijada polvorienta, mientras un escalofrío recorre mi castigada espalda al examinar los dos nuevos caminos que se presentan ante mí»? ¿Por qué no puedo decir simplemente «dudo sobre mi futuro, y eso me asusta»? No lo sé. Espera, sí que lo sé: costumbre. Estoy seguro de que yo lo elegí tiempo atrás, lo recuerdo. No recuerdo cuándo fue, simplemente recuerdo que siempre quise mezclar el contenido con el continente, perder las ideas reales entre una maraña de palabras sin aparente relación, ocultar lo que quería decir de quien quería que lo supiera. Así empezó todo, un camino hacia algo que no me ha abandonado aún: mi anfibología. ¿Por qué? No sabría contestar. Defensa ante el rechazo, posiblemente. Ambigüedad: una defensa asegurada. Nunca es lo que parece ser, siempre es lo que parece ser. Todo vale, cualquier interpretación puede ser correcta. Sólo hay que elegir la interpretación acertada en el momento adecuado, y nunca habrá ningún problema. Mentira, siempre habrá un problema: no eres tú el que elige lo que los demás han entendido.

Concisión. Dijo también mi estimado Óscar Wilde:
«Detesto la vulgaridad del realismo en la literatura. Al que es capaz de llamarle pala a una pala, deberían obligarle a usar una. Es lo único para lo que sirve.»
Quiero saber llamarle pala a una pala. Quiero saber decir «lo siento» cuando sea necesario, sin diluir palabras ni sentimientos en una aljarabía de miedo y confusión, como intentando ocultar que lo que realmente quiero decir es justamente eso: «lo siento». Hay palabras que no necesitan adornos ni aderezos. Hay palabras valientes que, solas en el papel, valen más que acompañadas. Quiero que, algún día, mi pluma sea capaz de escribir esas solitarias y sencillas palabras, sin más.


2 Comments:

At 1:55 da tarde, julho 08, 2006, Anonymous Anónimo said...

Deja de proponerte cosas; hazlas. Querer es poder en todos esos aspectos donde solo a ti te corresponde la decisión.

Toma el control de tu mundo.

 
At 7:27 da tarde, julho 09, 2006, Blogger Miauz said...

Escribir y expresar algo con ello es abrir una pequeña ventana a tu alma y dejar que los demás accedan a ella.
Da miedo, pero si no lo haces nunca, no podrás compartir lo que piensas y lo que sientes con los demás.

 

Enviar um comentário

<< Home