A la moda: los microrelatos
Visto que hay lo que sea liado en estas fechas con los microrelatos, voy a hacer un intento. No considero siquiera participar en los motivos materiales que propulsan a tantos otros a escribirlo. Para mí será un ejercicio autoimpuesto de síntesis de expresión, que falta me hace. Intentaré que no resulte horrendo, y que capte algo de belleza por alguna parte. Intentaré algo así como el waltz del segundo, de Les Luthiers. No lo conseguiré, estoy seguro de ello. Y vamos a ello.
Hacía frío, el viento era seco, y caminaba a grandes zancadas para continuar sintiendo las piernas. Sus pisadas se perdían entre el silencio de la mañana. Era demasiado temprano para la mayoría de la gente, pero él ya llegaba tarde. Apresuró el paso aún más, jadeante. Las punzadas de los pulmones le recriminaron firmemente el no haber cogido la bufanda. Pero era tarde, y ella implacable. Su móvil sonó, insistentemente. Las manos insensibilizadas sujetaron torpemente el aparato, que reflejaba en la pantalla lo mismo que tenía en mente: llegaba muy tarde, y ella también lo sabía. Ignoró a sus pulmones, y siguió avanzando lo más rápido que pudo. En la lejanía vislumbró su silueta, en el portal. Su mirada convertía en piedra, pero él ya era sólo un bloque helado. Ella hizo una mueca cuando llegó a su lado, silenciando cualquier palabra. Con aquél incómodo silencio supo que un día realmente duro acababa de comenzar ahora.
2 Comments:
Al principio, con tanto andar me ha recordado a tu nueva faceta de caminador por Granada. :P
Tengo frío al leer y ver la imagen :-)
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