Yo, trébol

Cuando un trébol está solo y alza su mirada hacia la luna,
le susurra al dulce viento palabras que nadie puede oír

quarta-feira, 11 de outubro de 2006

Felicidad...

Estaban los dos sentados en un banco, al anochecer. Él la miraba, y ella le miraba también. La luna aparecía en el cielo, orgullosa como él, radiante como ella. Las estrellas acompañaban silenciosas la estampa, titilando con cierta pena, como si supieran lo que esos corazones albergaban en lo más profundo.

— Hoy... Hoy puedo decirte que soy feliz — dijo mirándola a unos ojos de color miel, de dulce mirada esperanzada y valiente, como tantos otros días.
— ¿Sí? ¿Qué has aprendido hoy que no supieras ayer? — dijo algo sorprendida, mirándolo a unos ojos de color pardo, de tímida mirada casi apagada, intimidada por la vida, como tantos otros días.
— Hoy... hoy aprendí a mentir.

Ese día, ese día la noche venció a la luna, y las estrellas lloraron. Ese día, ese día él perdió la ilusión, que le había mantenido caminando. Ese día, ese día se rindió para siempre, para toda su eternidad: ese día abrazó a su oscuridad.

Y fue feliz, porque sin haber conocido nada más, a eso fue a lo que llamó felicidad.





2 Comments:

At 3:28 da tarde, outubro 13, 2006, Anonymous Anónimo said...

No acabo de entender el texto :-m

En otro orden: ¿para cuándo la partida? :_(

 
At 3:38 da tarde, outubro 17, 2006, Blogger Irene(*) said...

Socorro!!! Acabo de sentime como si un eclipse atravesara mi vida, buscando una felicidad que no encuentro ¿Y qué descubro? Esta foto y éste texto. ¡uu!
Saludos y buenos deseos.

 

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