Yo, trébol

Cuando un trébol está solo y alza su mirada hacia la luna,
le susurra al dulce viento palabras que nadie puede oír

sexta-feira, 9 de fevereiro de 2007

Las arenas del tiempo, granos de sal

El tiempo, ese pequeño retículo inexistente que colma de presencia no deseada a aquellos que se aburren, y se escapa en ingentes cantidades de aquellos que disfrutan. Flujo temporal, creado de aquellos que lo pierden a aquellos que lo disfrutan, quizás vagamente visible como granos de arena transportados por el viento, quizás invisibles como aromas que transporta una brisa del mar. ¿Y mi arena? ¿Y mis aromas? ¿Dónde fluyen? ¿Hacia dónde van? A un lugar mejor, a alguien que lo necesita más, espero con mi corazón, que lo necesite de verdad. Un barco se hunde ahora. Corro a un astillero, busco un armazón, que flote, flotador. Lo echo a la mar, pruebo que resista, que sea cómodo. Se hunde lentamente. Busco otro mar, menos exigente. Lanzo otro armazón a flotar. Flota. Navego con él por las aguas saladas. Zozobra. Se hunde nuevamente. Busco armazones, tablones, maderos, clavos y brea. Lanzo un armazón, ya parece bote, quizás velero, quizás flote. Lo lanzo al mar, otro mar menos sediento, otro mar que no se llevó a mis amores, le doy la espalda, para que no vea que lloro. Flota, navega, aún no se hunde. Alguien espera en otra orilla, me acerco allí y bajo la rampa. Sube decidida y me borda las vela. ¡Qué bonito queda! Vamos a ese puerto, gente espera. Cercados por las llamas, en el barco que se hunden. Salieron a nado, hacia la orilla. Recógelos, ¡qué humedos están! Trae toallas, trae pan. Dales vino, que este será su hogar. ¿Y yo, que adónde voy? Me esperan en otro mar, pero no temas. Vendré al anochecer, cuando el búho eche a volar. Tengo barcos que diseñar, maderos que cortar, banderas que tejer y anclas que fundir. No temas por mí, pasado mañana tampoco estaré aquí. Volaré como urraca, surcando el mar, hacia donde migran las aves. Allí iré, pero volveré al séptimo día, y veré surcar el barco que zarpó, con brea y remendada vela. Toma esta estrella, y dale una también al maese, que será tu segundo en mi ausencia. A la diosa os la dejo de conciencia, para que dictamine lo que es menester decir y pensar, y aleje malas acciones y maldiciones de cubiertas y camarotes. Mis alas están cansadas de volar de mar en mar, pero no puedo parar o caeré en mitad de ninguna parte, sin saber nadar. No quiero mi fin aún, y moveré las alas sin parar, que me lleven donde puedan, y allí deberé descansar. Si debo encontrar un final, un final hallaré. Vuela, planea, dejando escapar en cada aletazo un puñado de granos salados, llevados por el viento, propagando un aroma salino, como granos del firmamento que sobrevuelan la tierra y el agua, como un tiempo que se transporta hacia un destino aún desconocido. Vuela.


1 Comments:

At 2:39 da tarde, fevereiro 11, 2007, Blogger Patrick Grau said...

¡Ains, qué bonito! (Sobretodo para uno de secano como yo XD)

 

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