Yo, trébol

Cuando un trébol está solo y alza su mirada hacia la luna,
le susurra al dulce viento palabras que nadie puede oír

terça-feira, 31 de julho de 2007

III Congreso de Música de Cine Ciudad de Úbeda

Escribo al final la reseña, que será muy breve por desgracia, sobre el evento pasado de este evento.

Este año también hubo una serie de conferencias donde los artistas invitados (John Debney, John Powell, David Arnold o Roque Baños entre otros) dieron sus respectivas charlas.

Con unos suculentos (por decir algo) sorteos de CDs (todos originales, oye) ofrecidos amablemente por Robert Townson, dueño del seño Varese Sarabande.

También hubo, como no puede ser menos, un maravilloso concierto, al igual que el año pasado. Esta foto muestra un pálido reflejo de lo que fue.





Tampoco pudieron faltar las sesiones de firmas, proyecciones del trabajo, confesiones interesantes y momentos jocosos en el transcurso de este evento. Una cosa bastante marcada de la edición del pasado año también caló profundamente en la de este año, para desgracia de todos: los constantes retrasos. A pesar de todos los esfuerzos de la organización por evitarlos, retrasos de media hora o de hasta una hora y algo eran bastante frecuentes, todos los días. Incluso en la ya mítica «degustación de cañas de chocolate». Estas últimas fueron, por cierto, más escasas que el año anterior, y eso se notó bastante. Otro punto que no puedo dejar pasar por mucho que me duela toca directamente a otra persona que mucha gente conoce. Él sí que sabe cómo estimular el gusto por el homicidio premeditado a las dos de la mañana con su presentación de las galas de premios. Premios, por otra parte, totalmente supérfluos en casi su totalidad completa, ya que están compuestos por más de diez categorías que se solapan por doquier, y en las que siempre se presentan las mismas obras, no siendo en total más de quince las películas nominadas, agrupadas casi arbitrariamente de cinco en cinco para cada uno de los mismos. Una gala de premios estúpida y soberanamente larga en una franja horaria bastante inhumana y en un lugar muy claustrofóbico con serios problemas de ventilación.
Y no, no estaba dormido, simplemente hacía uso de mi derecho a descansar los ojos.

Algunos cambios de lugar con respecto al año pasado fueron positivos, si bien una mayor limpieza de los mismos antes de su uso hubiera sido aconsejable. Como cosa positiva, he de remarcar con ímpetu la entrega de una guía de las actividades que traía un mapa de la ciudad, con los lugares más importantes de la misma, donde se incluían los distintos edificios donde tenían lugar las diferentes actividades programadas.

Este año, además, me atreví valerosamente a hacer cola para las firmas. Como resultado de mi heróica hazaña, dispongo del póster del evento firmado y dedicado por todos los conferenciantes. Como resumen rápido de mis impresiones finales resumiré algunos momentos de manera muy puntual y concisa, que dieron algo de luz, color o sombras a este evento que nos ocupa.


  • Roque Baños me sorprendió muy gratamente (y así se lo comuniqué en persona) cuando dijo que le gustaba mucho la música folk, y encima nombró a Alan Stivell, Planxty, The Chieftains y Milladoiro. Pero qué grande es Roque :D


  • El macro chiste (o situación cómica prolongada) que sostuvieron sin prepararlo John Powell, David Arnold y Roque Baños en la mesa redonda del último día, ante las preguntas de cómo empezaron en el mundo de la música, y por qué se decantaron por esta profesión.


  • La suite de Lair a cargo de John Debney, suite que tengo grabada en un video y que, quizás, algún día suba por algún lado.


  • La intervención de cierta señora que representa a cierta organización, hermana de la SGAE pero en EE.UU. Que aportó su granito de arena para entender que la gente que quiere vivir a costa del trabajo de los demás no entiende de cultura ni pueblos.


  • El sorteo final de un lote de CDs, regalo cortesía de Varese Sarabande, que requería un pago de 20€ para participar (cosa que nos hacía preguntarnos dónde estaba el regalo). Premio que se sorteó durante el concierto, y que, para más inri, tuvo alguna que otra incidencia. Llamemos incidencia a que el segundo premio le toque al hermano del que da los CDs. Por lo menos se re-donaron para premio y se sacó otro boleto. Pero vamos, no me extraño tanto que le tocara a ese cuando había más de quince papelitos en la urna. Habían tenido que rellenar con lo que pudieron.


  • Compartir mesa de almuerzo con Roque Baños y poder entender muchas cosas de la organización del congreso. Los pobres hacen lo que puede, y a veces no es nada fácil.


  • Ser consciente de lo devaluado que está el cine español en este país; vale que cada uno sea libre de elegir el cine que ve, pero me parece un poco estúpido (por no decir otras cosas) no asistir a las conferencias de los compositores españoles simplemente porque trabajan en películas españolas. Pero supongo que la gente de este país somos así.


  • Eché de menos a las azafatas del año pasado, y a la guía turística del trayecto hacia los miradores. Este año fue mucho más precario todo eso.


  • Un Óscar Giménez al que, sin conocer las razones por las que hizo lo que hizo, juzgaremos con enfado durante mucho tiempo por no dignarse ni a notificar si nos concedería la rueda de prensa. Señor mío, escurrir el bulto y no dar la cara lo sabemos hacer todos, y no costaba tanto acercarse y decir: «Oye mira, que al final no hay tiempo y no vas a poder hacer la entrevista», que durante día y medio estuvimos cruzándonos todo el tiempo. No costaba tanto, digo yo.


  • Este año acudimos a la cena flamenca (por unos módicos 25€). Yo ya sabía a lo que iba. Yo ya conocía la tortura y los posibles tugurios a los que nos enfrentaríamos. Yo nada más entrar me olí el percaz. Pero él no lo sabía, y poco más y mata a alguien :D Total, se hubiera casi conformado con tener un sitio donde sentarse...


De todas formas, si me tengo que quedar con algo del congreso, es con ella.


segunda-feira, 16 de julho de 2007

Show must go on

Plagiando a mi querida —pero no por ello menos odiada— Lañan, decir que yo también sigo vivo. Es más, este jueves me voy a Úbeda al III Congreso de Música de Cine «Ciudad de Úbeda». Y el viernes siguiente comienzo mis vacaciones. Y los de ¡Oh, no! sin noticias. Ah, y ya tengo cámara de fotos. Y fotos. Y he descubierto que me gusta la macro-fotografía (aunque debería de ser micro, digo yo). Y me gustan las flores.






Por cierto, en agosto seguramente estaré en casa, lo que significa que sí tendré internet fijo (y un calor que te torras). Nos vemos.


segunda-feira, 2 de julho de 2007

Tu verdad

Y le gritas una vez más, como si fuera culpa suya la situación en la que estás. Desde la distancia no puede oírte, pero te observa en silencio desde su bóveda azulada. Con lágrimas en los ojos y el dolor en el corazón, alzas tus dos puños hacia el cielo que la alberga. Gritas una vez más, por la desesperación que no puedes contenter en tu interior. Y vuelves a gritar, porque es todo lo que puedes hacer, porque no sabes hacerlo mejor. Caes rodilla en tierra, suspirante, mientras el rocío de tus mejillas se desliza colina abajo, y repiquetea en el silencio de la noche, humecediendo el pétreo firmamento. Y ahora, ¿qué dirás?

Y lloras, rompiendo el duro silencio de la estival nocturnidad. No tienes el valor de volverla a mirar, dejas cabeza gacha y ojos apretados, esperando que no te devuelva una mirada orgullosa, enternecedora, complaciente. No la quieres, no la podrás soportar una vez más, sabedor de que porta la razón que tú no pudiste obtener. Y ahora, ¿por quién llorarás?

Y la soledad te golpea con violencia, como si fuera la primera vez que te muerde, como si no fuera tu compañera desde hace tantos años. Y te duele, como si jamás te hubiera golpeado antes, como si nunca antes hubieras implorado la muerte. Como si no existiesen los surcos trazados en tus muñecas, grabadas en sangre con precarias cuchilladas, semanas antes. Y ahora, ¿qué escribirás?

Y el silencio te abruma, como si pudiera robarte tu felicidad, porque no sabes qué te quiere decir con tanta parquedad. Porque nunca llegaste a entender cómo sin decir nada se podía decir tanto, porque no estabas a su altura, porque no eras capaz de comprender su mirada y sus lágrimas saladas. Porque no eras capaz de saber que tú eras el culpable de su infelicidad. Y ahora, ¿de qué sirve continuar?