Yo, trébol

Cuando un trébol está solo y alza su mirada hacia la luna,
le susurra al dulce viento palabras que nadie puede oír

domingo, 25 de maio de 2008

Pediatra para mi niña

Hace ya unos meses que debía llevar a mi niña a su médico. Estaba esperando a que me dijeran cuándo estaba disponible para que la atendieran de su pequeño problemita. También necesitaba un chupete, que carecía de uno que apagara levemente su dulce llanto. Ya había ido un par de veces a preguntar por el chupete, nada especial en particular, pero un poco a medida para ella. Todo ha ido bien durante estos meses. A mi niña no le ha supuesto particular problema su pequeña falta, y hemos podido compaginar la falta del chupete sin demasiadas complicaciones.

Pero sucedió lo que tenía que suceder tarde o temprano. Ahora todo se ha complicado. Era casi medio día, cuando jugaba con mi niña en casa, y un movimiento algo extraño hizo lo que siempre había temido. Aún me sorprende lo silencioso del momento, ya que no emitió ningún sonido. ni un grito, ni un llanto. Pero lo noté al instante. Algo no iba bien. Mi niña se había roto un tendón, y quedó allí, distendido, casi disculpándose de haber quebrado. Pasado el instante inicial de gran pánico, intenté tranquilizarla con suavidad, mientras extirpaba con toda la dulzura posible la bermeja cuerda, intentando no hacerle mayor daño.

Ahora pediré cita urgente, para todos los males de mi niña, porque quiero oírla cantar con alegría de nuevo, y porque ahora parece triste, y me duele verla así, pensando además que, en parte, yo soy el culpable de su estado actual.


quinta-feira, 15 de maio de 2008

Palabres que nun son mentires

Se sentó un día más, como venía siendo habitual, en la silla de su escritorio. Cayó con pesadez, recogió lentamente los auriculares y los ajustó sobre su cabeza. Le hacían un poco de daño, y aún no habían tomado la suficiente holgura pese a dejarlos reposar abiertos cuando no los usaba. Se rascó distraídamente la nuca, y parpadeó lentamente, con cansancio.

La dulce música inundaba su mente, mientras instrumentos de cuerda se paseaban por doquier, resonando alegremente y sin freno en la oscuridad del pensamiento. Cerró los ojos un momento más, recreándose con la sonoridad que se acercaba. Inspira. Expira. Vuelve a abrir los ojos, y mira lentamente por la ventana. Hay nubes en un cenizo cielo, que proporciona una luz uniforme y tenue. Se respira olor a humedad con tan solo desearlo levemente, pero no caen gotas de lluvia. Hace un día agradable para salir. El firmamento no está regido por la castigadora presencia del astro rey. Los cielos no claman su atención con tórridos llantos descontrolados. Es un día muy agradable para salir.

Sin embargo, se limita a cerrar lentamente la ventana. La persiana va restando poco a poco la luz de la habitación, hasta dejar en semipenumbra su interior. Hoy tampoco saldrá. Hace un par de semanas que permanece entre muros blanquecinos, entre suelos de losa. Rebusca una película con cierta determinación. Sonríe al recordar gratos momentos en su compañía. Los recuerdos tiran de una parte de él, y no puede evitar visionarla, aunque sea a cortos fragmentos. Unos fragmentos que, cada vez, se tornan más y más largos. Sonrisas y llantos se van alternando, hasta que termina de forma irremediable.

Hoy tampoco ha salido. Un día más para su período de fingido autismo, de escisión con el mundo que le rodea. Su mente le pide clausura. Su cuerpo se suma al clamor de su compañera, un poco por pereza, otro tanto por cansancio. Al final ambas ganan otra batalla.

Y hoy llegan palabras de muy lejos para él, escritas de puño y letra. Sonríe, porque no puede hacer otra cosa. Porque no puede evitarlo. Porque no quiere evitarlo. Las lee con lentitud, degustando cada palabra, saboreando cada frase. Una frase cruza los fragmentos de los espejos y máscaras antaño destruídos. Por un momento, su corazón duda. Pero sólo es un momento, porque sabe que estas palabras no son mentiras. Y mentalmente las responde para sí mismo: «Yo también os echo de menos».

Mañana, se promete a sí mismo, aunque el cielo llore con fuerza desgarradora a pleno pulmón, mañana saldrá a pasear, aunque tenga que arrastrar a su soledad.


quarta-feira, 7 de maio de 2008

1º Aniversario

Cómo pasa el tiempo. Un mes sin escribir aquí. Un poco por dejadez, otro poco por falta de cosas realmente interesantes que contar. Por no encontrar momento para la inspiración, o por no encontrar lugar donde capturar las palabras que me susurraban las musas en esos momentos. Hoy, sin embargo, no puedo dejar pasar el día así como así. Hoy, aunque a todos les cueste aceptarlo, cumplo un año. Fue un 7 de Mayo cuando me hice sevillano, y aquí sigo. El tiempo pasa, con mayor o menor velocidad, pero pasa inexorable. Un año ya, que vine a esta tierra. Yo también siento que fue ayer, poco más, cuando comencé mi andadura por esta tierra. Muchos lo han preguntado hoy al enterarse. ¿Mi balance de este tiempo? No puedo sino sonreír. Ahora sólo pido no tener que decirle adiós en contra de mi voluntad.