Yo, trébol

Cuando un trébol está solo y alza su mirada hacia la luna,
le susurra al dulce viento palabras que nadie puede oír

quarta-feira, 31 de janeiro de 2007

Leyenda morisca

Corrían los tiempos de al-Ahmar, y la construcción de la maravillosa Alhambra había comenzado hace algunos años. Vivía en el reino de Granada una morisca llamada Soraya, de la que cuentan los narradores que poseía grandes dotes para la escritura y la música, y que además estaba dotada de gran belleza y elegante porte, además de refinadas maneras. Todas las descripciones que se encuentran de ella destacan una enternecedora mirada lapislázuli, una figura nacarada, dorados cabellos espigados, y una perlada sonrisa. Era hija de médico, y eso le convertía en respetable, de una alta alcurnia, y de refinados pretendientes y altas expectativas casaderas.

También por aquél entonces vivía cerca de los reinos moriscos un joven hidealgo, que había oído hablar de la belleza y las dotes de la joven mora por cantares y relatos, a los que era muy aficionado. Francisco, que así se llamaba este joven cristiano, no era jefe ni señor de tierras, ni de hombres, ni tenía crecida fama ni gran porte, ni de musas confidente. Sólo disponía en su haber un gran corazón y una gran curiosidad, que le reportaban más infortunios que aciertos. Y quiso un buen día el destino mandarle cerca del reino moro, y no pudo sino ir a buscar a la joven.

Y un día, un trovador morisco amigo del joven cristiano y amigo de un trovador de la joven mora concertó un encuentro casi público, velada musical, entretenimiento del intelecto y parlar de las musas. Y allí, cercanos el uno al otro pero alejados lo suficiente para no manchar honras ni levantar rumores, y debidamente acompañados por damas de compañía y amigos, tuvo lugar el primer encuentro. El joven Francisco no pudo sino maldecir a los poetas y juglares, por su ineptitud de captar la verdadera belleza de la joven. Las descripciones que habían llegado a sus oídos no eran sino burdos retazos dados sin acierto sobre un lienzo, llamado retrato. ¡Qué hermosa era la joven Soraya! ¡Qué deleite para todos los sentidos! Dotada además de una encantadora voz y una mirada hechizante, también poseía un corazón noble y generoso. Sonreía sin pudor, y era una joya que resplandecía tanto en la noche como en el día.

Los narradores no se ponen de acuerdo en concretar cuántos meses estuvieron quedando mediante las veladas musicales. Unos dicen que menos de tres, otros que más de seis. Pero casi todos parecen coincidir que, pasado el octavo mes de encuentros, el padre de Soraya quedó algo molesto por las visitas del joven cristiano, que parecía no tener intenciones claras para su hija. Con la amistad que le unía con gente de la corte musulmana, tuvieron a bien mandarla a las ciudades del oeste, cerca de lo que hoy es la provincia de Huelva, donde dispuso las nupcias con el hijo de un gran amigo del médico. Cuentan que, cuando el joven Francisco se enteró de la noticia, desistió de todo intento de volverla a ver, considerando que se hallaba demasiado lejos de su alcance en todos los sentidos. Habló con su gran amigo trovador, que había concedido su deseo de conocerla, y le pidió que compusiese una canción sobre ella, que fuera capaz de contar la verdadera belleza que le había cautivado, y que contara cómo la había dejado cobardemente huir todos estos meses al no reunir el valor necesario para pedirle su mano a su padre, y de cómo lloraría siempre esa pérdida, y le pidió que se la cantara el resto de su vida, para no olvidar lo que la duda y el miedo le habían quitado, intentando no volver a repetir ese error. No se conserva la canción que compuso el trovador a petición del hidealgo Francisco, mas se han encontrado escritos hablando de una bella canción con triste final que recuerda en conjunto a la historia aquí narrada.





segunda-feira, 22 de janeiro de 2007

El asteroide B612

El sol se estaba poniendo nuevamente porque, en aquel pequeño planeta, el sol se ponía a cada instante. Un par de capullos vacíos colgaban entre las hojas, exhibidas orgullosamente como las cuatro espinitas. Una de las mariposas revoloteaba haciendo gala de sus colores alrededor de los pétalos de la flor, debidamente ajustados uno a uno, pues era muy coqueta esa flor.

El aire de la tarde era fresco, y un fanal quedaba reposando junto a ella. Se había acostumbrado al fresco de las noches, en aquél planeta solitario. Le gustaba mirar el fanal, en busca de recuerdos lejanos. Recuerdos que se marcharon volando aprovechando la migración de una bandada de pájaros silvestres.

— Hola — le dijo la flor.
— Hola — respondió la principita.
La flor tosió, pero no porque estuviera resfriada.
— ¿Te ha gustado el viaje? — dijo al fin la flor.
— He aprendido muchas cosas, he visto cosas increíbles.
— Yo he tenido dos hermosas mariposas, ¡míralas! — dijo la flor con orgullo, alzando las espinitas hacia la mariposa que revoloteaba — Es tan hermosa como yo.
La principita vio que la flor seguía siendo orgullosa, y pensó en lo que le enseñó el zorro.
— Yo domestiqué a un zorro, y me enseñó muchas cosas.
— ¿Un zorro? ¡No les temo! ¡Ya pueden venir cien zorros! — dijo la flor, exhibiendo ingenuamente sus cuatro espinitas.
La principita no pudo más que sonreír.
— ¿Te han molestado los baobabs? ¿Tienes sed? ¿Quieres que te ponga el fanal?
— No, estoy bien. Ya sé cuidarme sola — dijo la flor lentamente, abriendo un poco más sus pétalos de color cuidadosamente escogido — Aunque... un poco de agua por la mañana me vendría muy bien.
— Claro. Mañana te regaré con un poco de rocío.
— Gracias, y ahora vé a descansar. Debes de estar cansada del viaje.
— Sólo un poco. La serpiente me trajo de vuelta con mucha rapidez. Te echaba de menos.
— Yo... yo también me alegro de que hayas vuelto. Y ahora ve a descansar, debes madrugar para regarme. Marcha ya.
La flor no quería que la viese llorar: era tan orgullosa...



quinta-feira, 18 de janeiro de 2007

Meme: Cinco cosas que (en teoría) no sabías de mí

Retomando la corriente general del resto con esto de contar cosas que la gente no sabe, y por alusión directa desde un ovillo enredado, escribiré cinco cositas que se pueden contar que quizás no sepas sobre mí (aunque seguramente sabrás alguna de ellas) o que parece que la gente no se entera de ellas :P

  1. Comenzando con los accidentes infantiles que gustan mucho, contaba entre ocho y once años cuando probando un artilugio adosado a una bici me caí de en un terreno semi asfalto-empedrado, raspándome la totalidad de media cara. Estaba que daba pena (por no decir otra cosa), y hasta mis padres pensaron que necesitaría cirugía, pero por fortuna al final me quedé igual de feo que inicialmente. Tan sólo se ve un agujero debajo de la nariz, de una pequeña costra que me quedaba y que me arranqué.

  2. Y ya que estamos con desventuras, contaremos otra más. Rondaba los doce o trece años cuando yendo en bici me caí (otra vez de boca), y me partí las paletas en forma de triángulo interior (o sea, recortad un triángulo en el centro de las paletas). En contra de mi voluntad, mis padres me llevaron a un dentista a que me las arreglaran a los varios meses, y esas son las que llevo ahora.

  3. Mi nick se escribe «antemil», en minúsculas cuando no sea obligatorio el uso de mayúsculas ya que no es nombre propio. Hace referencia a una profesión u ocupación, y por ello no debe usarse como nombre de perscosa.

  4. Siempre me han gustado los personajes secundarios, nunca los protagonistas. Nunca me agradó llamar la atención, y siempre me sentí más identificado con los que están ensombrecidos por los demás. Ejemplos pueden ser Krilin, Bruce Arper, Shun, Murdock o Ryoga.

  5. He llorado con frecuencia hasta los catorce años al ser una persona excesivamente sensible, con un grado demasiado alto de responsabilidad y respeto por los demás. Eso sí, llorar no implicaba no actuar. Cuando era peque y era común pelearse con la gente (entre los cinco y los once años, imagino porque no recuerdo) si venían a pegarme yo lloraba, pero el otro se iba caliente también :P De hecho, mi madre me cuenta (porque yo no lo recuerdo) que siendo pequeñito (rondaría los seis años, supongo) llegué una vez a mi casa sangrando, y mi madre me preguntó que si estaba bien, que qué me había pasado. Mi escueta respuesta con toda calma y naturalidad fue un «tranquila, que el otro está peor que yo» :D


Y nada, ahora haré como si lo habéis leído y os ha interesado lo más mínimo. Para preguntas, dudas, sugerencias o aclaraciones, usad los comentarios o el correo ;P Y esta vez paso de poner foto, que hay que fomentar la lectura sin dibujos. Quien quiera dibus, que se compre un libro de ilustraciones.


domingo, 14 de janeiro de 2007

Recuerda y olvida

Caminaba por una calle, por una acera. Baldosas rojas y blancas se alternaban bajo mis pies. Era una mañana como otra cualquiera, y había salido a pasear. Pasaban las once, y el sol se mostraba con bastante valentía en el firmamento, azulado. El frío quedaba relegado a las zonas de umbría, y el calor y la helada convivían apaciblemente en el exterior.

El ruido de algún coche resonaba de vez en cuando por la calle. Una baranda, un muro enrejado, recubierto de pinos o plantas similares, quedaba a la izquierda mientras pasaba. Voces de querubines se hacían oír cada vez con mayor intensidad, a cada paso que daba. Mientras me acercaba al patio, en la hora del recreo. Pequeñas criaturas vestidas de uniforme gris o granate, con falda o pantalones, gritando y aullando en el pavimento de cemento, correteando detrás de una pelota, o entre ellos. Sigo caminando por la acera, la verja se convierte en entrada, y nuevamente en verja. Ahora deja ver un circuito de educación vial. Ahora los querubines son aún más pequeños, vestidos de azul o rosa, como un jardín de infancia. Pero no tienen clase, están en los columpios improvisados con mucha predeterminación.

Algo me hace observar una pequeña escena, de tres pequeñas criaturas ataviadas de azul en un pequeño columpio. Tiene cuatro asientos burdos, encima de un círculo, sujeto por un rígido muelle que se balancea levemente. Las criaturas se sientan en las sillas y el desequilibrio del muelle hace que se meza para distintos lados. Los asientos están dispuestos dos a dos, enfrentados, como puntos cardinales. Y entonces todo sucede. Dos querubines apostados en el norte y en el sur, fijados con determinación en los asientos, y un tercero intentado subir torpemente al oeste. Tras unos instantes lo consigue, y todo comienza. El querubín sureño empieza a empujarle como puede, intentando echarlo de allí. Le presta más atención a expulsar al intruso que a disfrutar del columpio. Y no desiste de su empeño hasta conseguirlo. El intruso cae del columpio, y se aleja de la escena, mirando alrededor al resto de querubines de colores, intentando encontrar algún hueco donde entrar. La verja se convierte en muro de ladrillo, seco, amarillento. Ventanas, ladrillo, muro, calle, otro muro. La calle sigue, mi acera también, y yo con ella. Los recuerdos vienen.

¡Qué bonito es olvidar cuando sabes lo que has olvidado! Quizás alguien compasivo me dio a elegir hace tiempo. Quizás elegí olvidar, y olvidé que elegí. Sea como fuere, me alegra no recordar. ¡Qué bonito es olvidar y volver a empezar!





quarta-feira, 10 de janeiro de 2007

Despertando en Foggy Dew

Una leve penumbra reinaba en el ambiente. Los días de cálidos amaneceres donde un disco dorado surgía entre un pálido azul lentamente por el borde del horizonte habían sido casi olvidados. Ahora todo se limitaba a un plateado enfermizo que tomaba una viveza malsana en los tonos más claros. Los días no reconfortaban como los de otras épocas, pero ya quedaban pocos que lo recordaran de primera mano. Altos edificios intentaban tocar la bóveda de papel de plata, algunos con mayor éxito que otros. Abajo, en las calles, el resplandor del bien entrado día ni siquiera lograba alcanzar el pavimento decrépito de la mayor parte de las zonas. Una penumbra eterna, conseguida gracias a los estrechos callejones y callejuelas fortificadas por bloques de raspado cemento y añejo ladrillo, daba una sensación de invarianza y nocturnidad a todo el ambiente urbano.

Los sonidos se percibían amortiguados por los muros de hormigón, ahogados entre multitud de nuevos sonidos que se generaban. Unos cercanos, y otros lejanos. Sirenas, explosiones, disparos, gritos de dolor, gritos de placer, conversaciones, música de antros suburbanos, motores... Una jungla de asfalto y engranajes, eso es lo que constituía la acústica. Si paseabas por un callejón y no oías más que un trémulo crepitar de algún fuego pasajero, sería mejor que hicieras tú mismo el ruido que faltaba antes de que te lo hicieran a ti. Así era la dura vida del anonimato. Una vida en la que nadie conocía realmente a nadie, y pocos eran los afortunados que sabían quiénes les querían ver muertos.

Pero no todo es así, porque el dinero sí da la felicidad. Grandes fortificaciones y unas bien pagadas patrullas de seguridad se encargaban con gran determinación de separar el paraíso del infierno. Porque, no nos engañemos, no todas las calles están bañadas en una bruma quejumbrosa de penumbra, bajo escombros de cemento y plagadas de sirenas y explosiones, y gente moribunda y hacinada intentando buscar un agujero donde descansar unas horas. Hay gente que puede pagar por una vida en el paraíso. Jardines, avenidas de reluciente piedra blanca, calles tranquilas y luminosas, donde hasta se puede percibir el fluir de agua casi transparente en fuentes comunales distribuidas por allí, como si alguien pensara que son un signo de distinción. Edificios impecables desafiando a una bóveda menos plateada y ampliamente visible, sin formar un espeso bosque de metal y cemento, sino con la delicadeza y gentileza de un pequeño jardín de rosas de alambre, intrincadas, hipnóticas. Con vidrieras transparentes de un azul olvidado, y paredes blancas, impolutas. Un apariencia completamente sintética, completamente extraña, completamente agradable. Pero este paraíso tiene un alto precio, claro. Por eso fundaron paraísos más baratos. No tienen tantos jardines, ni tantas fuentes, ni el agua es tan cristalina, ni hay tanto espacio entre edificios no tan cuidados ni tan brillantes, ni hay tantos soldados entrenados para evitar ataques o accesos no deseados. Pero es un paraíso si vives en la calle, sin duda alguna. Y, si vives en la calle, seguramente querrás mudarte al paraíso, a toda costa. Sobre todo, a costa de otros, claro. Pero todos lo saben, y se preparan día a día para llegar al paraíso, o quizás para traer a la gente al infierno, aún no lo han decidido. Detalles, detalles...

Y ahora, cuando miras al cielo desde donde has despertado, maldices la humedad que se está pegando a tu cuerpo y que te acompañará en todo este día. O, al menos, la parte de él en la que estés con vida. Porque, hayas despertado en el infierno o en el paraíso, la vida es dura en Foggy Dew.


Sí, más cine: My Girl and I

Hoy es «My Girl and I», y espero no escribir ya más post de cine (por alguna temporada). Éste debí incluirlo en el anterior, pero aún no la había visto. Esta película es un remake coreano de la película japonesa que no he visto «Crying Out Love, In the Center of the World».

No sé cómo será la japonesa, pero no creo que a mí me gustara más que ésta, personalmente. Me gusta cómo interpreta sus papeles Tae-hyun Cha, el mismo de «My Sassy Girl» y de «Lover's Concerto». Me gusta como actor. Me gustan sus papeles de chico normal que intenta ser mejor. Me gusta el realismo de la mediocridad humana, y su inútil esfuerzo por hacer las cosas mejor.

Esta película tiene un aire a «Lover's Concerto», pero trata de un único amor, establecido durante un período más largo. También cargada con una sensibilidad y emotividad a flor de piel, consiguen ganarse a los espectadores sencillos como yo. Otra película para deshidratarse llorando. Imagino que en Corea hará más humedad que aquí, porque si no se habrían muerto ya todos.

La foto que acompaña la somera descripción, a continuación.



P.D.:
Ayer volví a irme a andar. A ver si lo retomo, aunque amenaza tormenta de trabajo por el horizonte.


segunda-feira, 8 de janeiro de 2007

Dos películas más

Hoy hablaré de dos películas a la vez, que si no esto parece una web de cine, y no es la intención. Pero es que no puedo evitar la imperiosa obligación de hablar de ellas. Porque son dos obras de arte, y me gusta el arte. Primero hablaré de «Orgullo y Prejuicio», y seguidamente de «Lover's Concerto».

Orgullo y Prejuicio


Esta recomendación de una lectora esporádica de mi modesto espacio volvió a demostrarme que no todo lo que Hollywood saca es un truño, y que, a veces, hasta saben basarse en una buena novela para hacer una buena película. Si aún no la has visto, sólo puedo decirte que estás tardando mucho. Una banda sonora encantadora arropa unos paisajes hermosos, llenados por personajes fascinantes y un argumento, aún así, superior a todo lo anterior. Como resumen burdo de la película podemos decir que se trata de un romance situado en la Inglaterra de hace varios siglos. Personajes complejos van entrelazando los hilos argumentales principales, pero de forma que el dibujo del tejido no se descubre hasta la última lanzada. Una delicia en especial las escenas de los bailes.





Lover's Concerto


Una más de la lista de películas coreanas que encuentras navegando por las películas con alguna relación a «My Sassy Girl». En este caso, es el protagonista, el actor Tae-hyun Cha. Una película que mezcla algo de comedia con un drama muy romántico, de desarrollo atípico y de final apoteósico. Como siga viendo películas coreanas de este talante, voy a deshidratarme. El resumen burdo de esta película sería algo así como que un chico conoce a dos amigas, y comienzan una amistad entre ellos. Poco a poco surge un triángulo completamente conexo de amor, con los problemas que ello conlleva. No hay lugar para papeles simples en esta película. Si no te importa llorar, es una película que tienes que ver.




quinta-feira, 4 de janeiro de 2007

Un texto, en verso


Por eso volar yo quiero,
volar juntos, yo con ella
por el cielo azul celeste
lejos de la verde hierba,
lejos de los dulces prados,
cercanos a las estrellas
con las que siempre soñamos
en aquellas primaveras
que parecen tan lejanas,
cuando daba ese néctar,
tan dulce como es bella,
todas aquellas abejas
volando por sus pétalos,
en danza casi obscena
entre hermosos estambres,
mecidos como marea
tranquilos, armoniosos,
como del viento las hebras
fueran de ella una parte,
como si ella fuera dueña
de esa danza, de ese baile,
de todo eso, su reina,
por eso volar yo quiero,
volar juntos, yo con ella
por el cielo azul celeste
lejos de la verde hierba,
lejos de los dulces prados,
al lugar donde ella sueña,
para verla sonreír,
una sonrisa eterna,
aún siendo mudo testigo
de mi querida doncella,
por eso volar yo quiero,
por estar junto a ella.


Hoy, una irlandesa

The Field. Esta vez, una irlandesa. En inglés, y sin subtítulos. Se me está pegando un acento rótico que mola lo más grande.

Pues bien. La película es del 90, y me ha parecido estupenda. No sólo porque me encantan los paisajes y la música (ese monstruo de Liam O'Flynn a la uilleann), sino porque es una historia con fuerza, interpretada con una viveza desgarradora, y con una sobriedad que no se riñe con la emotividad. Es una historia muy dura, tan dura como la vida misma. Ambientada aproximadamente en la mitad del segundo cuarto del pasado siglo (o sea, por 1935 o así, estima el servidor), cuenta la historia de una familia que cuida un campo arrendado, hasta que la dueña, una viuda, decide venderlo en subasta pública. El padre, 'Bull' McCabe, está decidido a comprarlo por todos los medios, y en principio no es problema, ya que el resto de sus vecinos están de acuerdo en que el campo fue de su familia desde tiempos de sus ancestros, y ven la oportunidad de recuperarlo. Pero llega un estadounidense al pueblo, con sus ricas ropas y su coche a motor, dispuesto a comprar el campo. La viuda, además, no está dispuesta a venderle las tierras a los McCabe por menos de lo que ella considera que valen. Diálogos cargados de emotividad, tinkers, fiestas irlandesas con fiddle y step-dance, pastos, prados, lluvia, niebla, ovejas, y hasta preciosas vacas. También se puede ver una vida dura de dedicación y sufrimiento, problemas, violencia, peleas, confraternidad, intereses, soberbia, crueldad, penuria, emotividad, amor, pasión, lágrimas...

He de decir que, a pesar de las dificultades lingüísticas, me ha encantado la película. Cabe destacar una escena que me gustó mucho, y que he intentado captar en la foto. Se puede ver claramente cómo la única persona que necesita un paraguas es el extranjero. Y es que, señores, un irlandés rural es un también un highland de los buenos.



terça-feira, 2 de janeiro de 2007

Más cine: Hanbando

Hanbando. Una película sobre política, centrada en Corea del Sur, en el año 2006. Se tratan temas sobre la unificación de Corea del Norte y del Sur, y la opinión de Rusia, China, Japón y EE.UU., pero contado todo con una historia paralela.

Todo comienza con algo sencillo, la inauguración de una línea de tren entre las dos Coreas. Pero Japón se opone, proclamando su derecho sobre ella, por un tratado que se remonta cien años atrás, a 1906. Intentando demostrar que dicho tratado no es lícito, un profesor de historia cegado por su causa nos acompañará rememorando el pasado de Corea, mientras que la presión política de la economía de Corea y el doble papel de Japón como enemigo de antaño y aliado económico actual conformarán el caldo de cultivo de la trama.

Son más de dos horas de película, y he de decir que no se me hizo pesada en ningún momento. Es una película predominantemente seria, y que sirve de instrucción a la gente ignorante de la historia coreana, como es mi caso. Muy entretenida y dinámica, con una mezcla de pasado y presente en muchas escenas, donde se reemplazan escenarios y vestuarios de toda o parte de la escena al par que se prosiguen los diálogos y las acciones que correspondían, consiguiendo la idea de un pasado que se repite una y otra vez, atemporal.

Tiene cierto juego escenográfico, y una fotografía bastante en su sitio. Para mi gusto, una película muy completa que no flojea en ningún momento, cosa ya difícil dada su longitud. Tampoco es una película que te quita el sueño, pero merece la pena verla una vez al menos.

La fotito de rigor y el tráiler.