Yo, trébol

Cuando un trébol está solo y alza su mirada hacia la luna,
le susurra al dulce viento palabras que nadie puede oír

quarta-feira, 28 de fevereiro de 2007

Lost on your way

La vida. Ese camino de longitud desconocida que recorremos queramos o no, hacia su final incierto. La vida, un cúmulo de incertidumbre ante la que intentamos pasar sanos y salvos, sin dejar que nos arrastren vientos a ráfagas que soplan con fuerza, intentando apartarte de cualquier sendero que desearías tomar. A veces hay demasiada oBscuridad para saber dónde estamos avanzando, hacia dónde vamos. Otras, hay demasiada luz para poder abrir los ojos y observar. Son contadas las ocasiones en las que alguna nube oculta el astro luminoso, permitiéndonos admirar y estudiar cada paso que damos, o vislumbrar el inmediato destino que nos aguarda al final del sendero en el que caminamos. Los momentos en los que los destinos son más claros son, quizás no sin cierta paradoja, quizás con bastante lógica, aquellos momentos en los que más cerca de la muerte estamos. Es algo paradógijo que la vida se entienda mejor cuando te alejas de ella, pero no deja de ser algo lógico que vislumbres el destino de tu vida cuando estás llegando al final del camino. Estoy convencido convencido de haber vislumbrado muchas veces los destinos futuros de pequeño, pero los olvidé muy pronto, y no sabía lo que significaban. Fue, quizás, un gran regalo el olvidar, pues la visión de futuro que cierto cíclope trocó por uno de sus ojos es más una maldición que un alivio. ¿Podrías disfrutar de un pase por un sendero adornado con rosas si supieras que das los últimos pasos, uno tras otro? Ahora ya camino con el consuelo de no saber hacia dónde voy, ni cuándo durará mi travesía. Esto permite poder disfrutar de todos los caminos. Y, como ya dije hace mucho mucho tiempo, la entropía diferencial es caótica. Me ofrece un camino nuevo que llevaba tiempo intentando tomar. Estoy decidido a tomarlo, y sólo puedo pedir perdón a los caminantes con los que comparta senda.


quarta-feira, 21 de fevereiro de 2007

Migrado a la nueva versión

Pues eso, al final me ha tocado migrar, pero no por vuestra insitencia o por la insistencia de los de blogger a que dé más problemas la versión antigua que la nueva, sino porque por razones de trabajo hemos usado el google docs y me he tenido que crear una cuenta de google (y otra de gmail, que rula como jabber). Por suerte no tengo que matar a nadie y, mientras no actualize la plantilla, me funciona bien la antigua.

Pues nada, quien tenga cuenta de gmail que avise para dejar de usar el msn \^^/ que funciona como una cuenta normal de jabber.

Y ya por rellenar un poquito, diré que ahora mismo tengo gnome+wmaker y que no va nada mal. Y para hacer publicidad de ekiga para suplir a skype.

Y nada más, de momento.


terça-feira, 20 de fevereiro de 2007

La vuelta al futuro incierto

Sábado medio día, salida. Madrugada, llegada. Mejor que la ida, peores horas. Trabajo acumulado por días sin estancia. Toca ponerse al día, avanzar lo que se pueda. Hay cosas que no se pueden hacer, ya es demasiado tarde. Hay que abandonarlas y aparcarlas. Algún día se harán, espero. Saludo a mi musical compañero, extrañado en tierra extraña. Hablo con él, y él me habla. Las cosas no han cambiado mucho por aquí. Todo sigue igual. Nuevas noticias, la lista del futuro ha salido. Siguen sin cambiar, la esperanza es lo único a lo que me puedo aferrar. Caminaremos sobre piedras, una vez más. Si las piedras en cristales se tornaran... ¿volvería a caminar? Prefiero no pensar en eso, y avanzo el paso. Un futuro espera en algún lado, temeroso de ser encontrado, temeroso de encontrarlo. ¿Será bueno? ¿Será malo? No pienso esperar que me alcance, seguiré avanzando para intentar elegirlo yo. Es difícil, es agotador, pero no tengo muchas más opciones. Seguiremos caminando por la senda del tiempo, hasta que nos caigamos por el borde del mapa, o hasta que encontremos una cruz que marque el tesoro, o hasta que la azabache dama de la guadaña me visite por fin, antes de lo que todos esperamos.


sexta-feira, 9 de fevereiro de 2007

Las arenas del tiempo, granos de sal

El tiempo, ese pequeño retículo inexistente que colma de presencia no deseada a aquellos que se aburren, y se escapa en ingentes cantidades de aquellos que disfrutan. Flujo temporal, creado de aquellos que lo pierden a aquellos que lo disfrutan, quizás vagamente visible como granos de arena transportados por el viento, quizás invisibles como aromas que transporta una brisa del mar. ¿Y mi arena? ¿Y mis aromas? ¿Dónde fluyen? ¿Hacia dónde van? A un lugar mejor, a alguien que lo necesita más, espero con mi corazón, que lo necesite de verdad. Un barco se hunde ahora. Corro a un astillero, busco un armazón, que flote, flotador. Lo echo a la mar, pruebo que resista, que sea cómodo. Se hunde lentamente. Busco otro mar, menos exigente. Lanzo otro armazón a flotar. Flota. Navego con él por las aguas saladas. Zozobra. Se hunde nuevamente. Busco armazones, tablones, maderos, clavos y brea. Lanzo un armazón, ya parece bote, quizás velero, quizás flote. Lo lanzo al mar, otro mar menos sediento, otro mar que no se llevó a mis amores, le doy la espalda, para que no vea que lloro. Flota, navega, aún no se hunde. Alguien espera en otra orilla, me acerco allí y bajo la rampa. Sube decidida y me borda las vela. ¡Qué bonito queda! Vamos a ese puerto, gente espera. Cercados por las llamas, en el barco que se hunden. Salieron a nado, hacia la orilla. Recógelos, ¡qué humedos están! Trae toallas, trae pan. Dales vino, que este será su hogar. ¿Y yo, que adónde voy? Me esperan en otro mar, pero no temas. Vendré al anochecer, cuando el búho eche a volar. Tengo barcos que diseñar, maderos que cortar, banderas que tejer y anclas que fundir. No temas por mí, pasado mañana tampoco estaré aquí. Volaré como urraca, surcando el mar, hacia donde migran las aves. Allí iré, pero volveré al séptimo día, y veré surcar el barco que zarpó, con brea y remendada vela. Toma esta estrella, y dale una también al maese, que será tu segundo en mi ausencia. A la diosa os la dejo de conciencia, para que dictamine lo que es menester decir y pensar, y aleje malas acciones y maldiciones de cubiertas y camarotes. Mis alas están cansadas de volar de mar en mar, pero no puedo parar o caeré en mitad de ninguna parte, sin saber nadar. No quiero mi fin aún, y moveré las alas sin parar, que me lleven donde puedan, y allí deberé descansar. Si debo encontrar un final, un final hallaré. Vuela, planea, dejando escapar en cada aletazo un puñado de granos salados, llevados por el viento, propagando un aroma salino, como granos del firmamento que sobrevuelan la tierra y el agua, como un tiempo que se transporta hacia un destino aún desconocido. Vuela.