Rompemos el largo silencio con cine. Es normal que, tras tantos meses, tenga una larga lista de películas pendientes por ver y comentar. Sin embargo, la película que comentaré hoy la vi este lunes, unos pocos días después de saber de su existencia. Digamos que, tras leer el comentario de mi fuente habitual de películas y ver que el protagonista es el mismo de
Going by the book, la colé con bastante agrado entre las pendientes. He de decir que no me arrepiento de ello.
Castaway on the moon (kimssi pyoryugi) es una película muy interesante. El título puede traducirse por algo como «Náufrago en la luna», un título que es bastante acertado. Es difícil clasificar el género de esta obra, si bien tiene muchos elementos propios del cine oriental que tanto me gusta. Quizás sea esa mezcla de tragedia y humor lo que me atrae. Porque no hay nada que sea completamente rosa, blanco o negro. Todo tiene sus momentos de tranquilidad, de furia, de sentimientos agradables, de sentimientos dolorosos, de trascendencia, de vacuedad. Porque es como la vida, donde las sensaciones se van alternando, a veces con cierto orden, a veces caóticas.
La trama es bastante simple. Aunque suele pensarse que una trama compleja es signo de una mejor película, es una afirmación bastante errónea. Lo importante es un buen desarrollo de la trama. Y esta película hace un magnífico desarrollo de una trama simple que no entorpece el verdadero corazón de la cinta: la evolución de los personajes. Un reparto centrado exclusivamente en los dos protagonistas, permite durante las casi dos horas de metraje mostrar la evolución lenta pero constante de ambos personajes. Entender cómo son sus vidas al inicio de la película, cómo se cruzan sus vidas, intuir qué les ha llevado a ese punto de inicio y dónde intentan llegar.
Podríamos resumir de manera tosca los primeros minutos en esto: Un empresario asolado por una repentina deuda provocada por la bancarrota de su empresa decide que la mejor solución para arreglar sus problemas es el suicidio. Para ello, decide saltar desde el puente de la autovía que atraviesa un amplio río. A la mañana siguiente, se despierta con sorpresa en una pequeña isla. Por otro lado, una joven vive voluntariamente enclaustrada en su habitación debido a una cicatriz en el rostro, que le produce autorechazo social. Armada con su cámara fotográfica y un teleobjetivo para fotografiar la luna, su gran pasión, pasa día tras día en una rutina mecánica.
El resto de la película no se puede resumir sin desmerecer el gran trabajo que realizan todas las partes implicadas. Destacan, además de la interpretación de ambos personajes, que hacen un gran trabajo soportando el peso de la cinta a sus espaldas, una dirección de cámara y fotografía magnífica, y un guión muy logrado que sabe combinar momentos dramáticos con sonrisas robadas de una manera más que natural.
Una obra maravillosa que te recuerda que uno puede ser un náufrago de su propia vida, y que a veces lo único que se necesita es un faro que te indique dónde está tierra firme.
Esta vez pongo el cartel de anuncio en lugar de un tráiler porque los tráilers que he visto muestran momentos importantes de la película sin ton ni son, destrozando el futuro visionado.
Avisados quedáis para evitar ver los tráilers.